LA POESIA DEL PORVENIR
POESIA DE LAS COSAS OLVIDADAS
EL POEMA DEL COCOTERO
LA POESIA DEL PORVENIR Sonetín Telegráfico (Todos derechos reservados) Fresca mañana primavera, armada tijeritas plata, cortar rara rosa escarlata bajaste jardín escalera. Hirió dedito flor ingrata aguda espina traicionera manchando púrpura ligera blanquísimos encajes bata. Vendando minúscula herida también hiriéronme por vida ojos tuyos sin compasión: consolarte díjete quedo: tú pinchádote sólo dedo, pinchándome yo corazón. ---------------------------------------- POESIA DE LAS COSAS OLVIDADAS Hoy, como estoy enfermo con una fiebre colibacilar, mi espíritu jovial está algo yermo, por lo que me provoca lloriquear, y esta crónica quiero dedicarla a un romántico utensilio que condenó al exilio la higiene modernista: el tinajero. Era un típico mueble que debía estar en toda casa colonial de las que tanto se hacen hoy en día, aunque modernas son, en general. Una verde litera en donde se sentaba el bernegal asomado a las rejas de madera, y sobre el cual la piedra florecida de musgo, helecho y yedra, destilaba sus gotas que amenizaban los insomnes ratos tocando, en armoniosos pizzicatos, compases de minuetos y gavotas. Ahora el tinajero no se estila; de mejor modo el agua se destila en un filtro científico que es antidisentérico, antitífico, y también antiestético, antipático, y de un funcionamiento problemático, pues, o no cierra bien y el suelo empapa; o se obstruye y ni Cristo lo destapa. Hoy la gente prefiere el filtro sin belleza ni poesía, y no obstante se muere, como antes se moría, también de tifus y disentería. Será una tontería, pero quiero, hoy que un bacilo en cama me retiene, dedicarle un recuerdo al tinajero, condenado al exilio por la higiene. ------------------------------------ EL POEMA DEL COCOTERO Cocotero, torre de Pisa vegetal que desprecias la vertical, y aunque jorobado, altanero, tienes rebeldías de acero que no doblega el vendabal. No sé por qué se me figura, palma cocal, que te retuerces para hacer burla de la literatura que a tu talle compara la femenil cintura, chocho lugar común que aún perdura. Si a tu sombra pretende cobijarse algún necio, sonoro golpe recio la cabeza le hiende: proyectil que del cielo se desprende. Mas no siempre tus balas para los ahitos burgueses encierran intenciones malas, ya que son - salvo caso extraordinario - poliédricos faroles japoneses para ornato del balneario. 0 verdes tinajas herméticas en las cuales rebosa el agua milagrosa de virtudes sedantes y diuréticas que el veterano bebedor celebra, pues le hará revivir, cuando confunda en sabrosa coyunda los amores del coco y la ginebra.,.. Y luego, de tu fruto, ya maduro, trocado en deliciosa granjería, el industrial oscuro saca el honrado pan de cada día. Golosina que sin bambolla a bombones exóticos les gana: prieta, plebeya, apetitosa y sana, como las hembras de la raza criolla. Yo te saludo, cocotero, gigante, jorobado y altanero, ornamental, burlón y filantrópico: ¡alma del Trópico!
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LA OBRA Y VIDA DE ESTE EMINENTE VENEZOLANO.